La biblioteca de los libros inexistentes

El espectador se quedaba atónito y desconcertado ante aquel extraño mapa. Las fronteras habían sido removidas. España y Portugal habían desaparecido por completo, fulminadas de la cartografía y aniquiladas


El espectador se quedaba atónito y desconcertado ante aquel extraño mapa. Las fronteras habían sido removidas. España y Portugal habían desaparecido por completo, fulminadas de la cartografía y aniquiladas frente a la gran presencia de un México que carecía de rival alguno (su vecino Estados Unidos quedaba ausente y sin mención alguna, aunque su territorio pudiera adivinarse). El fantástico mapa imaginario que los surrealistas belgas publicaron en junio de 1929 en la revista Varietes, se inserta en una tradición artística que nos habla de jugar e imaginar a pesar de que el juego y la imaginación se encuentran soterrados, callados ante el poder de la publicidad y la felicidad de plástico. Además, expresa los deseos ocultos por plasmar lo que pudiera ser y lo no dicho, al mismo tiempo que denuncia la falsedad de la narración “oficial”. Una gran goma de borrar. El lápiz mágico que escribe la gran pregunta que hoy continúa vigente, aquella que nos inquieta cada día: ¿Cuáles son nuestros deseos reales?

Mapa de los surrealistas belgas (1929)

Mapa de los surrealistas belgas (1929)

En el terreno de la literatura, Borges o Rabelais, entre algunos otros, ya plantearon la posibilidad de imaginar libros inexistentes. Los textos se construían deliberadamente falsos. Al igual que el célebre mapa surrealista, su cometido no era otro que el enseñar a perdernos. Stanislaw Lem (Lvov, Polonia, 1921 – Cracovia, 2006), a quien todos conocemos por su monumental obra de ciencia ficción Solaris, ideó una curiosa Biblioteca del Siglo XXI, compuesta por cuatro obras: Vacío Perfecto (1971), Magnitud Imaginaria (1973), Golem XIV (1981) y Provocación (1982).